viernes, 9 de diciembre de 2011

HOMBRES, NO DIOSES

Hombres, no dioses

Isabel Sepúlveda
9 Dic. 11

La vida es espiral: las situaciones regresan, parecidas, nunca iguales. Lo idéntico no existe, es un espejismo suicida. ¿Lo entenderá el PRI? ¿Comprenderán los panistas jaliscienses?

Muy pronto, Enrique Peña Nieto le regaló a la sociedad civil la oportunidad de cobrarle el cinismo de haber convertido su registro como precandidato único del PRI a la Presidencia de la República, en un desfile de personajes públicos indeseables, muestrario de las peores prácticas de la política: Elba Esther; "El Niño Verde"; los ex Gobernadores Montiel, del Edomex y Marín, de Puebla, la lista es larga, y todos felices de seguir impunes gracias al "Nuevo PRI".

Por unos días, los priistas creyeron que su paraíso perdido estaba de regreso, intacto. Pero la inclemente reacción de los usuarios de las redes sociales, en particular de Twitter, ante el ridículo en la FIL de su engominado dios, fue una dulce venganza por la afrenta de llevar semejante séquito a su registro. Y aun cuando la inseguridad mostrada ante un imprevisto tan intrascendente y llevadero, como fue una pregunta de cajón en una feria de libros, probablemente no se refleje de inmediato en una baja en el porcentaje de sus encuestas, sí les mostró una dura realidad terrenal a los priistas: podrán montar el escenario que les venga en gana, pero ahora el teatro México cobra más caro por usarse, y gran parte del público mexicano se volvió exigente, pide mejores obras y actores profesionales, de otra manera, abuchea sin misericordia a los narcisos de pacotilla.

A los panistas jaliscienses también les ha dado por sentirse dioses omnipotentes, alejados de la molesta condición humana de pagar, tarde o temprano, por sus errores y abusos. Desde los primeros años en el poder detectaron con claridad a funcionarios públicos de su partido que comenzaban a sentir una desmedida afición por el poder y una incontrolable ambición por los dineros públicos. Estaban a tiempo de cortar la mala hierba, pero probablemente la creyeron, y utilizaron, como el mal necesario para continuar en el poder. Su espejismo suicida fue creer que la bandera de honestidad y principios de los fundadores de su partido, Gómez Morín y González Luna, les protegería de todas sus diabluras.

No se dieron cuenta de que los pequeños cuervos, que tanto protegieron y cuidaron para que se encargaran de los trabajos sucios, les iban a crecer algún día. Los enseñaron a realizar afiliaciones masivas, ofreciendo a los nuevos miembros del PAN la promesa, muchas veces cumplida, de darles empleo en el Gobierno. Todo para ganar las contiendas internas del partido en la elección de candidatos a puestos de elección popular y asegurar, así, la permanencia de su grupo político en el Gobierno y en el presupuesto.

No quisieron ver que sus protegidos trabajaban para crear sus propios y poderosos grupos de poder al interior y exterior del partido. Los aprendices de brujo hicieron la tarea, pero en su propio beneficio, y comenzaron a manipular los votos de su camarilla en el PAN para pintarles un violín a sus "protectores" y elegir presidente del partido, o candidatos, a los de su clan, haciendo a un lado a sus otrora mentores.

Las bien aprendidas aptitudes para manosear los procesos internos del panismo también han sido aplicadas por quienes ocupan una curul en el Congreso local, para fortalecer sus redes de complicidad nombrando, a modo, magistrados del Poder Judicial y consejeros de organismos como el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, así como del Instituto de Transparencia e Información Pública.

Ahora, el diputado local Alfredo Argüelles, uno de estos cuervitos, crecido y engordado, es puesto esta semana contra la pared por MURAL. Las evidencias de presunta corrupción y abuso de los diversos cargos públicos que ha ocupado, presentadas en las investigaciones periodísticas de José David Estrada, Juan Carlos Magallanes y Melina Gil, son contundentes.

Sin embargo, el presidente albiazul, Miguel Ángel Monraz, dice que es un asunto particular y no partidista, y que "el PAN tendrá que tomar las medidas pertinentes cuando afecte la imagen del partido, cuando actúe en contra de la institución del partido. Eso es un asunto personal y él tendrá que responder por su asunto" (MURAL, 07/12/11).

Desafortunada desmemoria del señor Monraz, quien no reconoce la responsabilidad de su partido en la oscura trayectoria de Argüelles, dos veces diputado local una vez secretario general del Congreso local, además de haber ocupado otros puestos públicos, gracias a su militancia panista.

Con seguridad, el diputado Argüelles está confiado en las redes autotejidas para su protección en caso de cualquier caída o expulsión del Paraíso del presupuesto gubernamental: el presidente de la Comisión de Responsabilidades del Congreso, el priista Carlos Briseño, no quiere dar declaraciones, y el perredista Raúl Vargas, integrante de dicha Comisión dijo que el caso no amerita investigación.

En su infinita soberbia (pecado favorito de los dioses para hacer morder el polvo a quienes se creen divinos y eternos), los panistas no entienden que una de las urgentes medidas para salvarlos de una posible debacle en las elecciones del 2012, es poner en evidencia, negar cualquier candidatura o puesto a personajes como Argüelles y expulsarlos del partido. No hacerlo, sólo confirma lo avanzado de su corrupción interna.